A sólo 12 km del centro urbano de mi ciudad está, entre la vegetación de la Sierra Maetra,
la base de campismo Las golondrinas. En los años 80, un grupo de cabañas rústicas, ubicadas
unas en la planicie que hace de centro y otras en la falda de las lomas, fueron el escenario
cómplice de muchos de los amoríos furtivos de mi generación. Allí quedaron atrapadas
inumerables anécdotas.
Hoy la base continúa siendo un atractivo natural donde naturaleza y sociedad se juntan para
ofrecer un espectáculo maravilloso. He aquí algunas muestras de sus encantos.