Siguen siendo los niños el tema preferido de Lente naranja, tal vez porque siento que con ellos llega la ternura, la sinceridad y el amor en sus más limpias expresiones.
Hoy pude verlos llorar de alegría en una sala de rehabilitación de mi pueblo, cuando unos pocos psicólogos y un instructor de arte, con mínimos recursos materiales y mucho amor decidieron llevar el tratamiento médico que requieren los infantes a través de obras teatrales donde todos son personajes, amigos que comparten junto a dos traviesos títeres, sus sueños y fantasías.